y dejarme llevar y volar para cambiar de aires, de pensamientos y de rutinas harta de susurros a mi espalda y de buenas caras cuando paso dejo un murmullo chillón y pesado que arrastro hasta el final de la calle del pasillo del súper o de la fila del cine. no puedo evitar sonreír, y doblar la esquina, pensando en, que más les dará por decir…? me apena que no sepan, de la verdad, ni la mitad, la otra mitad no la tengo yo pero da igual, siguen sin escucharla, la leyenda ya está hecha y es casi imposible variarla, me apena que no recuerden los buenos tiempos, y que solo por el último minuto la historia ya no sea bella para mí fue delicioso casi todo el recorrido y solo por algún traspié no lo doy todo por perdido. y no me duele los que nunca fueron solo los que un día eran y ahora la vida, nos dejo en distintos caminos. no suelo rezar de esa manera convencional mis rezos suelen ser gracias, gracias que le doy a la vida, por dejarme recordar lo bueno y lo divino y hacerme aprender, de lo malo y sus testigos.
me siento, cerca de la orilla, para oír la canción del mar, que me envuelve y me lleva, a donde quiera llegar. las olas se acercan y mojan mis pies, el agua, aun fría en este mes, hace que me estremezca y corra desde los pies a la cabeza un extraño escalofrió que me alivia con cariño. y escucho con calma como me dice el rumor que aquí, no hacen falta palabras, que las olas van y vienen, y la marea volverá a dejar pequeñas conchitas en la orilla del mar y algunos misterios que no he de olvidar. me encanta este ratito suelo recordarlo, cuando me abrumo, y cierro los ojos...¡ y respiro mar¡, tan lejos de casa, que lo suelo tener cada vez que vuelvo, me cito con él.
ya no baja la calle no veo sus miradas me quedo triste y contenida por el vacio que me dejo su historia nunca contada nunca sabré por que y quizás fue mejor así porque siempre recordare su serena mirada y el misterio que entrañaba
lloro con los ojos cerrados el alma se aprieta y duele la garganta no puedo pronunciar palabra se las lleva la nostalgia y el arrepentimiento de no haber sido la mujer que un día le dio su palabra
querida Amanda, tu recuerdo siempre lo llevare en el alma y en días como el de ayer te felicitare en silencio y sin palabras mi pensamiento vuela a donde tu estas y te doy un beso sin labios un beso sin sonido un beso de buenas noches y de días llenos de añoranza un beso eterno que no olvides en el tiempo, ni en la distancia.
Baja la calle suave, se para, suspira, se marcha. Hasta luego señora Amanda.